Por Marcus Mühlberger
El uso de tDCS en entornos deportivos ha aumentado y debido a las mejoras técnicas del siglo XXI muchas empresas intentan encontrar su hueco para ganar dinero en cualquier lugar de los mercados globales. Este es también el caso de la ciencia del deporte y las comunidades deportivas, ya que los seres humanos tienden a ser más rápidos, saltar más alto y moverse mejor que los atletas medios. Se lanzan al mercado muchos artilugios neurocientíficos que prometen estos resultados. Empezando por las luces de reacción parpadeantes y terminando por las placas sensoriales para los pies, todo parece ser “neuro”.
Una de las últimas herramientas del mercado son los auriculares con estimulación transcraneal por corriente directa implementados en la percha. Una sesión de veinte minutos a la semana promete neuroplasticidad en las áreas motoras del cerebro, lo que se traduce en mejores movimientos. Por sí sola, esta afirmación es dudosa y carece de pruebas. Sin embargo, es un “neuroaparato” y está al alcance de todos los deportistas, principiantes y profesionales.
En su artículo de investigación “Effects of transcranial direct current stimulation on psychomotor, cognitive and motor performances of power output” (Efectos de la estimulación transcraneal por corriente directa en el rendimiento psicomotor, cognitivo y motor de la potencia de salida), Grospêtre et al. (2021) ilustraron los efectos de la tDCS en 18 corredores de parkours que recibieron una intervención de 20 minutos de tDCS con un pretest y un postest consistentes en un salto vertical máximo y un salto horizontal máximo.
La tDCS se aplicó en el DLPFC o en el córtex motor. Sus resultados muestran cambios significativos en la salida motora a través del análisis de los resultados electromiográficos en las piernas después de una estimulación de la corteza motora y no de la DLPFC. Por el contrario, Seidel y Ragert (2019) evaluaron a atletas y no atletas utilizando tareas de tapping y tareas de tiempo de reacción simple. Plantearon la hipótesis de que los atletas reaccionarían más fuerte con tDCS que los no atletas. Sin embargo, no se observaron efectos entre los grupos y ningún efecto en absoluto utilizando tDCS en la corteza motora.
El principal punto a mencionar es el nivel de artefactos que se producen a través del movimiento. Además, cada movimiento provoca una mala conexión entre los electrodos y el cuero cabelludo, donde las neuronas de la corteza motora deberían excitarse a través de la tDCS. Probé los auriculares de neurociencia halo con dos bailarines profesionales durante 6 semanas y 2 sesiones de entrenamiento a la semana. Tenían que ejercitar sus bailes mientras utilizaban los auriculares, que están conectados a una aplicación por bluetooth. O bien la conexión bluetooth se perdía o la conexión con el cuero cabelludo mostraba problemas durante el baile. Además de su sensación subjetiva, no mejoraron y su entrenador tampoco vio ningún resultado objetivo. También probé los auriculares neurocientíficos halo con un paciente con amnesia anterógrada para ver algún resultado a nivel cognitivo. En este caso, no se observaron resultados significativos.
En definitiva, tanto el diseño experimental como los grupos de prueba constituyen un riesgo de sesgo decisivo que debería tenerse en cuenta en futuros estudios.
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