Por H. Wellen
El trastorno antisocial o disocial de la personalidad (Antisocial or Dissocial Personality Disorder, ASPD) se caracteriza por el persistente desprecio de las normas sociales y la búsqueda implacable de sus propios objetivos.
El comportamiento manifiesto suele observarse en la infancia y la adolescencia. Los afectados rompen las normas, faltan a clase repetidamente, roban, cometen actos vandálicos o mienten constantemente. En la edad adulta, muchos son propensos a conductas delictivas y violentas, infringen la ley y están muy dispuestos a correr riesgos. Les cuesta gestionar la frustración y tienden a comportarse de forma agresiva y violenta. Sin embargo, algunos de los afectados no son delincuentes, están bien adaptados socialmente e incluso tienen éxito profesional.
Parece característico que las personas con un ASPD tienen falta de empatía y por lo tanto no se sienten culpables o responsables cuando causan daño a otros. Sin embargo, al mismo tiempo suelen tener una buena capacidad para reconocer los sentimientos de los demás y explotarlos para sus propios fines.
A pesar de las numerosas investigaciones sobre la etiología del ASPD, la empatía como característica definitoria de las personas con ASPD a menudo ha sido ignorada.
No obstante, la capacidad de percibir los sentimientos y pensamientos de los demás desempeña un papel fundamental en las interacciones sociales. Por lo tanto, la falta de empatía puede provocar una reducción de las habilidades prosociales y fomentar el comportamiento antisocial.
Dado que varios estudios no habían sido capaces de dilucidar completamente la conexión exacta entre la falta de empatía y el ASPD, Yavuz, Şahin, Ulusoy, İpek y Kurt (2016) examinaron más de cerca la conexión entre la falta de empatía y el ASPD desde una perspectiva contextual-conductual. Evaluaron una muestra de 34 individuos con ASPD y 32 individuos sanos, como grupo de control, en vista de las diferencias en los datos sociodemográficos, la funcionalidad social, la conducta de evitación experiencial, la reactividad interpersonal (como medida de diferentes dimensiones de la empatía) y las actitudes relacionadas con la ira.
Por encima de todo, los pacientes con ASPD mostraron una capacidad reducida para asumir las perspectivas de los demás.
Los autores llegaron a la conclusión de que las dificultades existentes para los pacientes con ASPD no son tanto una falta general de empatía, sino más bien una capacidad reducida de toma de perspectiva combinada con un alto grado de evitación deseada de las experiencias negativas, que pueden considerarse factores importantes en el funcionamiento social reducido de los pacientes con ASPD.
En una revisión bibliográfica publicada muy recientemente, se resumen estudios anteriores sobre la conexión entre las características empáticas y el desarrollo de trastornos antisociales de la personalidad, Liu (2023) llega a la conclusión de que sobre todo la falta de empatía experimentada o aprendida durante la primera infancia puede ser responsable del desarrollo de un ASPD. Esta falta de empatía se expresaría, en particular, en un alto grado de desprecio por los demás, castigos parentales, emocionalidad negativa y, en general, menos pro socialidad. En general, una dimensión de la empatía, la preocupación empática, puede suponerse que está directamente relacionada con el desarrollo del trastorno.
Por otra parte, la pro socialidad y el comportamiento parental parecen estar indirectamente relacionados con el ASPD al afectar a las habilidades de empatía. Además, un déficit congénito de empatía en la infancia también puede ser responsable del ASPD.
Desde una perspectiva neural, las actividades en la amígdala, la ínsula anterior y la conectividad entre la amígdala bilateral y la corteza cingulada posterior (CCP) y el precuneus se correlacionan con el ASPD al procesar señales emocionales (Liu, 2023). Sin embargo, como señalan Dolan y Park (2002), la literatura sobre la función ejecutiva en poblaciones antisociales es bastante confusa debido a la variación en los criterios diagnósticos y a la inclusión, a veces realizada, de grupos de comparación de controles sanos. Informan de que algunos estudios sugieren que la psicopatía prototípica se asocia con déficits específicos en la función prefrontal ventromedial (VMPFC) más que en la prefrontal dorsolateral (DLPFC).
Pero los estudios meta analíticos existentes sugieren que el trastorno antisocial de la personalidad también puede estar asociado con una gama más amplia de déficits ejecutivos, también el VMPFC. En su propio estudio, los sujetos con ASPD mostraron deficiencias en las tareas de función ejecutiva de la DLPFC de capacidad de planificación y cambio de conjuntos. Además, también se observaron deficiencias en la VMPFC al realizar tareas de Ir/No Ir y en tareas de memoria visual. En consecuencia, Dolan y Park (2002) también llegaron a la conclusión de que el ASPD se asocia a una amplia gama de déficits en la función DLPFC y VMPFC.