Por Duje Bralic
“Más Platón y menos Prozac” puede leerse como una caja de herramientas que muestra al lector todas las tradiciones de sabiduría (la tradición de sabiduría puede provenir de la filosofía, la religión o la sabiduría popular) que pueden utilizarse como soluciones a los problemas del mundo real. En lugar de diversos tipos de análisis psiquiátricos, psicológicos, psicoterapéuticos y procesos egocéntricos de conocimiento y búsqueda de soluciones, propone confiar más en soluciones probadas y conceptos mentales desarrollados por diversos sabios de todo el mundo.
Pero esta sintomatología neurobiológica está causada principalmente por la forma en que se enmarca el rechazo romántico en una mente de chico, no hay ningún trastorno biológico subyacente que active la depresión. No digo que los sentimientos y emociones no merezcan la pena ser tenidos en cuenta, ya que también son manifestaciones de la neurobiología (especialmente la amígdala y la ínsula en este sentido), pero los patrones desadaptativos se regulan en zonas superiores del córtex prefrontal que pueden ser moduladas desplazando la atención y/o reencuadrando los conceptos mentales que tenemos en diversas situaciones. Esto es algo que requiere ciertos conocimientos, pero como muestra el Dr. Marinoff en su libro, estos marcos y conceptos no necesitan ser descubiertos de nuevo, ya han sido conceptualizados y probados en el mundo real por nuestros antepasados.
Yo no trazaría una línea recta para las intervenciones médicas, ya que se trata de un tema muy subjetivo y dependiente del contexto, pero sí trazaría una línea en la forma en que se aborda esta cuestión y se comunica a los pacientes, principalmente por parte de los psiquiatras. En mi opinión, debido a la enorme magnitud de los grupos de presión y la financiación de la farmacología, junto con la falta de supervisión de las prescripciones de medicación psiquiátrica y el sesgo humano habitual hacia las soluciones simples, el reflejo de los médicos se ha convertido en prescribir algo, cualquier cosa, para deshacerse del problema o del paciente. No se puede confiar en que los pacientes decidan debido a su falta de información sobre las diversas formas en que les afectará alguna sustancia, y las alternativas.
No podemos precisar quién es el culpable de este predicamento moderno con los medicamentos recetados para la salud mental: el médico, las farmacéuticas, los reguladores gubernamentales, otros profesionales de la salud mental, los propios pacientes o la cultura en general. Se trata de un conjunto interconectado de circuitos de retroalimentación que se refuerzan a sí mismos y que sólo pueden resolverse parcialmente con una mejor educación de todos los participantes en el proceso y más matices en la educación de las personas de confianza y encargadas de tomar decisiones sobre las intervenciones farmacológicas y alternativas (psiquiatras, psicólogos y psicoterapeutas). Si queremos entrar en una nueva era de la salud mental global, también deben mirar a otras disciplinas, como la filosofía, para encontrar alternativas a su propia mentalidad en la resolución de problemas.